El Salvador y su amor por nosotros by Reginald Garrigou-Lagrange

El Salvador y su amor por nosotros by Reginald Garrigou-Lagrange

autor:Reginald Garrigou-Lagrange
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Espiritualidad
publicado: 1952-08-09T23:00:00+00:00


El misterio de la Redención en los tres primeros Evangelios

En primer lugar, es necesario recordar que Jesús manifestó poco a poco el misterio de la Encarnación, pues las almas no habrían podido comprender de golpe una revelación tan elevada. Hizo lo mismo para anunciar su dolorosa Pasión, pues era aún más difícil comprender la revelación de este misterio, en particular para los judíos, quienes, a consecuencia de sus prejuicios nacionales, esperaban un Mesías temporal y conquistador, que les diese el dominio sobre los demás pueblos.

Del mismo modo, Jesús sólo comenzó a anunciar a sus discípulos su dolorosa Pasión después de haberles llevado a creer en su filiación divina, en su divinidad. Sólo después de la confesión de Pedro en Cesárea, confesión por la que reconocía que Jesús era el Hijo de Dios vivo, Nuestro Señor comenzó, dice San Mateo, a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para sufrir mucho… y ser muerto. Este misterio, anunciado, sin embargo, en muchas ocasiones y claramente por los profetas, sobre todo en ciertos Salmos mesiánicos y por Isaías, era difícil de comprender. Para ello era necesario un gran espíritu de fe.

Veamos, según los tres primeros Evangelios y luego según el de San Juan, cómo Nuestro Señor lo fue manifestando progresivamente.

Es como un leit-motiv, primero muy suave, pero muy poderoso, que se acentúa poco a poco y que termina por estallar y por dominarlo todo.

Al principio de su ministerio, en la sinagoga de Nazaret, Jesús lee en el libro del profeta Isaías el lugar en el que estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres; me envió a predicar a los cautivos la libertad, a los ciegos la recuperación de la vista; para poner en libertad a los oprimidos, para anunciar un año de gracia del Señor. Es más que un ejemplo de gran virtud. El anuncio es general; pero, sin embargo, ya es bien claro, y se va a precisar cada vez más.

Un poco más tarde, tal como se lee en San Mateo, después de la vocación de Mateo el publicano, estando Jesús sentado a la mesa en casa de aquél, vinieron muchos publícanos y pecadores a sentarse con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos decían a los discípulos: ¿Por qué vuestro maestro come con publícanos y' pecadores? Él, que los oyó, dijo: No tienen los sanos necesidad de médicos, sino los enfermos. Id y aprended qué significa: Misericordia quiero y no sacrificio. Porque no he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores. Lo mismo recoge Marcos. Pero no se trata aún de la dolorosa Pasión. Ello sería demasiado pronto.

Solamente después de que Pedro en Cesárea hubo confesado que Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios vivo, tal como se cuenta en el Evangelio de San Mateo, Jesús comenzó a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para sufrir mucho de parte de los ancianos, de tos príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y al tercer día resucitar.



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